Descripción

Hace poco más de 35 años un hallazgo sorprendió a científicos y a toda la humanidad: “el ADN del chimpancé y del humano eran semejantes en 98%”. CF American Journal of Human Genetics. 70:1, 490-7. Hecho que marcó un salto enorme en la conceptualización del ser humano, considerado hasta entonces diametralmente diferente a las demás especies.

A partir de ese hallazgo la genómica y proteómica fueron consideradas el avance más relevante de la medicina contemporánea, postulándose que en un futuro cercano transformarán sustantivamente el ejercicio médico y la relación salud-enfermedad al ofrecer nuevas formas de diagnóstico y tratamiento de viejas y nuevas enfermedades.

Pese a lo esperado, la doble hélice no reveló los íntimos secretos para predecir, prevenir, curar y evitar la muerte; fuimos testigos de cómo un desarrollo tecno-científico carente de humanismo deteriora el acto médico, particularmente en pacientes incurables o con esperanza de vida corta cuya atención implica complejos dilemas éticos que desafían la ética, principios, valores, formación humanista del personal de salud y que demandan una correcta toma de decisiones.

Ante tal panorama resulta imperativo ampliar las fronteras de la asistencia médica, realizar un riguroso análisis axiológico de los dilemas del personal de salud que atiende a personas cercanas a la muerte y el uso como herramienta fundamental de del discernimiento ético basado en el conocimiento, profunda reflexión, libertad, voluntad, prudencia, respeto a la dignidad humana y conciencia del servicio amoroso.

Nuevas fronteras que implican atención activa, eficaz de signos y síntomas físicos, psicoafectivos, socioeconómicos y el cálido acompañamiento que dimensione lo espiritual anime, conforte y libere de sufrimiento innecesario, que facilite la persona enferma a un estado mental virtuoso, aceptación de la muerte como parte natural de la vida y le aliente en su viaje hacia la iluminación.